Una sociedad crece bien cuando las personas plantan arboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán

El árbol, una planta tan importante pero tan infravalorada en nuestro país

Imagen Satelital donde se envidencia la deforestación en el Chaco Paraguayo
Foto: creditos al autor

Paraguay es el segundo país que más deforesta en Sudamérica, y también, uno de los tantos países donde hay enormes campañas de reforestación, intentando compensar de manera hacedera las décadas y décadas que venimos subestimando consciente o inconscientemente la importancia de comprometerse realmente con la causa social, política y ambiental que es batallar por los bosques nativos que tenemos.


Si bien tenemos leyes que protegen a estas esenciales plantas, son prácticamente impunes los casos más significativos de deforestación con fines lucrativos que hay en el país. Estos fines lucrativos pueden ser desde expansión de pastizales para el ganado, cultivos y hasta plantaciones ilegales de marihuana.


Los árboles además de atrapar el dióxido de carbono en la atmósfera, crucial para la lucha contra el cambio climático, darnos alimento, proteger a los suelos y dar hogar a la biodiversidad, también son hogar en latinoamérica de los pueblos indígenas que se mantienen en aislamiento voluntario, también en nuestro país, en sus tierras ancestrales, tal y como vivieron sus antepasados. Por eso es crucial ver la problemática de los árboles, los bosques, no sólo como un asunto ambiental, sino como un problema socioambiental. La tala indiscriminada de árboles no solo afecta a la biodiversidad, al clima o a los procesos químicos de la atmósfera, sino que desplaza a seres humanos de tierras que les corresponden por derecho, y los despoja de sus necesidades y derechos más básicos: un refugio, alimento, una vida digna.


Todo esto, es hasta cierto punto reversible. Paraguay puede encaminar su rumbo a la sustentabilidad con voluntad política de inversión en nuevas tecnologías para ayudar, en primer lugar, a pequeños productores que no tienen la cantidad de capital necesario para invertir en las mismas, y por otro lado, buscar políticas tributarias que ayuden a que la deforestación deje de ser la salida más barata y fácil para las empresas que se dedican a producir y exportar sus productos.


La esperanza entre la impunidad es la organización, alianzas para conseguir que esto sea real, más allá de las soluciones provisorias, juntos y juntas podemos cambiarlo todo.



Redacción
Sara Seux - Editor-in-Chief
S.O.S. Gua'a